Ser influencer parecía ser la profesión del futuro. Obtener ventajas exclusivas, que te regalen productos o disfrutar de ocio y gastronomía, todo ello, a cambio de una publicación o recomendación en las redes sociales. Pero la realidad detrás de todo esto es una muy distinta. Descubre en BelAir Magazine lo que podía ser uno de los negocios sobre el que más se especula, pero con unos frutos y beneficios dispares para los realmente interesados, las marcas.
Tener la mejor foto delante de unos neones de Chueca, demostrar que un plato de pescado de un restaurante es el mejor de La Barceloneta, buscar el mejor ángulo de un vídeo para que aparezcan las cristalinas aguas de las playas del cantábrico, llevar el mejor disfraz en el carnaval de Badajoz o disfrutar del mejor cóctel de un chiringuito de La Manga. Todo por intentar tener la mejor foto, incluso con filtros o desenfoques, un hashtag que crees que es viral y una frase de alguien, que posiblemente no conoces, como descripción.
Hay que mostrar que se tiene una vida de ensueño para que las marcas empiecen a contactar contigo y poder ganarte la vida como un/a gran influencer. Una profesión en auge que ha cambiado las reglas del juego de la publicidad, que cada vez se centra menos en lo tradicional para cambiar de rumbo. Pero la realidad es que no es tan fácil conseguir lo que solo algun@s, muy poc@s, tienen.
Hay verdades, pero, a medias
La distorsión de la realidad es tan fácil como editar una foto, comprar likes, seguidores o comentarios. Y lo peor, es que muchas de estas personas que quieren considerarse influencers no se dan cuenta de que si el resto de la humanidad notamos perfectamente cuando no es una cuenta de calidad y fiable, las marcas mucho más.
Las redes sociales se han convertido en un enorme plató en el que demostrar lo mejor del ser humano, obviando todo lo malo, que es lo que más tenemos en común el resto de los mortales. La fantasía y la ficción están más presentes que nunca, interfiriendo en nuestras vidas cada vez más y causando graves trastornos, como los propios informes internos de Meta anunciaron.
Aun así, cada vez vemos más usuarios que luchan contra la desinformación, los bulos o las mentiras tras una publicación. Un ejemplo de ello es la cuenta de BellezaFalsa, que expone a cientos de personajes públicos para demostrar las mentiras que hay entre todo el postureo.
Estamos ante la era en la que todo el mundo puede publicar, comentar y hacer lo que quiera con sus redes sociales, pero gracias a esta libertad, también somos conocedor@s del crecimiento de mentiras que se publican cada día en las redes sociales.
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